SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ- abogado

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Muchos son los analistas políticos, científicos sociales y politólogos, quienes sostienen que la política es esencialmente una lucha. Otros, que es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus, Unos más que son las políticas los principales instrumentos de los gobiernos para orientar la acción, y por lo general se expresan en leyes/reglamentos, declaraciones o directrices oficiales de políticas e instituciones que luego dan lugar a programas e iniciativas específicas financiadas y/o conducidas por organizaciones gubernamentales para hacer frente a estos desafíos. Algunos otros que es la búsqueda, entendida como ciencia y arte de gobernar que trata de la organización y administración de un Estado en sus asuntos e intereses de comunicación pública. La política real, en tanto, lucha por el poder en función de intereses y ventajas, se expresa y efectúa en el proceso de elaboración de políticas que además busca también desenredar y entender las ideas políticas, las ideologías, las instituciones, las políticas públicas, los procesos y el comportamiento de grupos, colectivos, clases sociales, partidos políticos y gobiernos desde dónde nacen la diplomacia, la ley, la estrategia, la paz y la guerra.

Lo político, no sabemos aún si definitivamente o no, sirve para pensar las bases que permiten la emergencia y estabilización de las sociedades, que por su lado se gestionan en la política a través de instrumentos como las políticas públicas -que son también configuraciones cognitivas, no solo instituciones y operaciones-, ayuda a pensar la política, las políticas y, por lo tanto, a la democracia, conceptos inacabados que se requieren los unos a los otros, en la idea de construir un marco de referencia más amplio, ya que desde nuestra perspectiva, un orden que articula pretensiones democráticas debe asumir el disenso y el conflicto como sensores de su estado actual, por venir y requiere dese luego para su mejor hacer de herramientas conceptuales supletorias suficientemente dúctiles para ello.

Se sostiene igualmente por connotados tratadistas en la asignatura, que hablar de estos términos suele generar confusión, ya que la política es el instrumento, el medio y lo político es el fin, el hombre. Desde que el ser humano reflexiona sobre esto, se han constituido dos visiones fundamentales que se convierten en actitudes frente a la política y son de hecho diametralmente opuestas.

Para algunos, la política es esencialmente una lucha, un combate, una guerra por el poder que permite a los individuos y a los grupos que lo detentan asegurar su dominio sobre la sociedad y obtener provecho de ello, ya que la política sirve para mantener los privilegios de una minoría sobre la mayoría. Para otros, es un esfuerzo dedicado a impulsar la supremacía del orden y la justicia; es asegurarse que el poder sirva a los intereses generales, con objetivos sociales claros, para quienes la política es un medio para realizar la integración de todos los individuos en la comunidad para crear la Ciudad Justa, de la cual hablaba Aristóteles.

En el mundo de hoy y más que nunca, es fundamental entender que aquellos que hacen la política –los hombres políticos, el Estado, las instituciones– asuman como fin primario aquello que constituye lo político –los ciudadanos, la comunidad–. Los Estados, el poder y las políticas se han olvidado de la esencia de su razón de ser: el hombre. Los llamados de personas conscientes de lo que esto está produciendo se intensifican. Se habla del establecimiento de valores que puedan aplicarse a una sociedad global, a partir de la reflexión interna, reconociendo como punto de partida nuestra falibilidad. San Agustín afirmaba que “Quien reviste la lucidez, reviste la tristeza”.

Nos encontramos ante eventos mundiales, nacionales y locales que nos deberían llevar a una intensa reflexión. No podemos ser como zombis que van caminando a trastabillas, desmembrados y alimentándose de sobras.

Personas muy peligrosas son aquellas que quieren rehacer la historia, desempolvando ritos anquilosados y poblar la historia con muertos. Uno de los principales deberes como ciudadanos es luchar contra una razón por esencia opresiva y mal intencionada. La eficacia de los Estados nacionales está envuelta en una tormenta de egoísmos estúpidos y una visión brutalmente miope. Es sobrecogedor observar cómo hombres de una gran miseria humana, pero con el poder que el Estado les proporciona, desencadenen una guerra, anteponiendo todo, incluida las vidas humanas.

Enfrentar a la ciudadanía, dividiéndola a través de discursos ominosos. Haciendo de la mentira y tergiversación de hechos, los personajes principales de su aventura teatral. Destruir una cultura ajena a la propia… todo esto puede resultar en una hecatombe que se sentirá al pasar de los años. Quienes aprovechándose de su poderío económico manipulan a la opinión pública con el único objetivo de anteponer intereses personalísimos solo exhiben la podredumbre de su interior. La educación y la cultura, fundamentos primordiales de una humanidad más “humana”, no existen para esos personajes sacados de una historieta surrealista.

¿Qué pasa con el singular como trascendente objetivo de educar? Codicia, avaricia, ambición desmedida, hacen continuamente de las suyas. La juventud ha sido y es el objeto de una demagogia y populismo desenfrenados y mal intencionados. El conocimiento de una causa pasa por el de la comprensión, que es un proceso intelectual y racional, que permite apropiarse de una noción nueva y constatar su coherencia con rigor, siendo proceso que requiere esfuerzo, cuestionamiento y autocuestionamiento, mantener la exigencia, hacer de la disciplina una virtud; más hoy que la sociedad requiere de alumnos y ciudadanos disciplinados, que investiguen a fondo causas para saber a quién defienden y dónde se encuentran en el mundo.

Desafortunadamente hoy es más fácil hacer marchas, pintar carteles y hacer sonar pitos, leer, estudiar, analizar, sopesar e investigar las verdaderas causas y motivos de acciones, resultando realmente peligroso no caer en la cuenta qué quienes van estimulando conflictos, confusiones, desencuentros y guerras lo hacen desde la extremidad y en la comodidad de sus zonas de confort. No quieren dar su brazo a torcer respecto que el contenido principal de la acción política es la preservación de la paz, que no hay vida sin paz, que la libertad, el ejercicio de la razón y del pensamiento es la finalidad de la política.

*Abogado. Columnista. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público. saulherrera.h@gmail.com

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