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Por Rafael Gómez Martínez

El carácter del hombre no reside en el intelecto, sino en el corazón, L. Jacoby.

Salvador Osvaldo Brand, 1984, sostiene que la relación costo – beneficio corresponde al análisis que trata de exponer los proyectos de inversión. El objetivo de dicho análisis consiste en precisar y medir las pérdidas y ganancias del bienestar económico en que va a incurrir la sociedad una vez se plantea el proyecto de inversión con el fin de proyectar la factibilidad del mismo o no.

Teniendo en cuenta la anterior definición de Brand, al contemplar la elección presidencial como un proyecto de un país donde los socios deben tomar una decisión responsable para la futura supervivencia de este, me pregunto cuál ha sido la relación costo – beneficio para la sociedad colombiana la irresponsable elección del desgobierno amoral, déspota, corrupto, decreciente, pegasus, sin visa para Londres, pero con embajada en Senegal, con matarife como embajador y por momentos sociópata del petro caos.

Si, nos atenemos estrictamente a los números, al final nos daremos de cuenta como dicen en Boyacá, sumerce, que el pueblo colombiano en un acto de irresponsabilidad total, inclusive para quienes apoyaron a ojo cerrado al Pacto Histérico, la elección de Petro Presidente, Pacheco dame la P, terminó saliendo muy costosa.

Y, ¿Nicolás Petro? Bien, gracias por preguntar.

Con miras al 2026, Colombia debe cambiar su discurso blando, su narrativa políticamente correcta, su régimen de intereses por un gobierno que tenga claridad sobre lo costoso que salió el petro caos y el cómo se va a componer el camino económico.

Se debe tener en cuenta que Colombia no se arreglará con pañitos de agua tibia.

Para cumplir con ese propósito se requieren dos variables.

La primera, correspondiente al liderazgo del candidato, a.

Debe reunir un liderazgo estilo, sin ser muy amante de la peluca libertaria de Millei en Argentina, disruptivo capaz de confrontar de frente al régimen establecido. Me inclino más por un Santiago Abascal en España o incluso una Le Pen en Francia.

La segunda corresponderá al congreso de la república porque nada tendremos con sacar al señor Petro de la Casa de Nariño, cada vez más delirante y sociópata, si quien llegue no cuenta con la mayoría absoluta purificando el régimen existente.

Bien, lo comentó Álvaro Gómez Hurtado, nada sacamos con sacar al señor Samper si no tumbamos al régimen, lo que hay que tumbar es al régimen.

Y, lo mataron.

Hablando de, si Samper se queja por el nombramiento del nuevo embajador de Estados Unidos el investigador Daniel Newlin, es porque Trump acertó.

Colombia debe abrir sus ojos.

Estamos ante una situación muy compleja. Muy difícil de comprender. Una serie de poderes políticos muy oscuros quienes no darán su brazo a torcer.

No, solamente estamos inmersos dentro de una batalla cultural que llama Agustín Laje. Sino que, en mi concepto, hemos caído en una batalla espiritual muy profunda. Hemos caído en lo que se conoce en las lecturas bíblicas como la oscuridad de las tinieblas y estamos en eso.

Colombia, se encuentra secuestrada por las diferentes formas de lucha lanzándose al abismo del Petro caos sin tener en cuenta la relación costo – beneficio y le terminó saliendo muy costosa la aventura.

Y, ¿nos pretenden vender a Claudia López, Vicky Dávila o Roy Barreras cono los salvadores de la hecatombe?

¿Colombia podrá recuperarse a cabalidad después del desastroso desgobierno del Petro caos?

Y, como diría L. Jacoby, Petro no solamente no tiene intelecto, sino que se le pudrió el corazón.

Puntilla: Entonces, ¿el negocio de Uribe y Petro es el Uberrimo?

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