Por: José Manuel Herrera Brito
Una inversión social sostenida nos lleva necesariamente a una real disminución de la pobreza y al aumento de cobertura de servicios en atención de los sectores en situación de vulnerabilidad. Ello nos proyecta hacia el buen vivir, lo que importa sobremanera, toda vez que menester son unidades territoriales menos pobres y más equitativas, donde la reducción de la pobreza sin paternalismo y la desigualdad social, sean logros permanentes que deben ir de la mano con el reconocimiento de derechos. Impone lo cual, corregir las causas estructurales de la pobreza y propugnar por una movilidad social ascendente, para que así los guarismos y estudios den cuenta que es posible crecer y coetáneamente, disminuir significativamente las brechas sociales. Siembra social esta que garantiza mejores días para todos, especialmente a los más necesitados, casi siempre en condiciones de vulnerabilidad.
La inversión debe ayudar al crecimiento de los pueblos. El desarrollo integral exige ese mayor crecimiento, de ahí que en la medida en que se tenga la capacidad de acelerar un conjunto de inversiones y hacer los ajustes necesarios a la economía, deber es aprovecharlo ese conjunto de realidades para abrirle más espacios al sector privado y aumentar la inversión, lo que va a abonar en dicho propósito. Importa igualmente en esto una sólida y bien pensada estrategia institucional para impulsar el emprendimiento y la innovación, siendo necesario que los actores de los sectores público y privado encuentren insumos que permitan aplicar los cambios que encaminen hacia una mayor productividad.
Interesa igualmente en este derrotero, estimular la inversión y dinamizar la economía, que para ser recuperada requiere inversión privada y establecer amplios beneficios a esas nuevas inversiones, con lo que se anima así a inversionistas indecisos a invertir cuando más se necesitan. Lo más importante para atraer inversión es un marco económico, normativo y legal estable, predecible, propender por la estabilidad macroeconómica y porque no haya problemas fiscales que afecten el ritmo de los negocios; además, trámites sencillos, aduana ágil, eliminar el papeleo innecesario que traba la actividad empresarial, que haya apoyo de las instituciones del Estado, tales como un ágil servicio de apoyo del personal comercial de las embajadas y crédito blando para exportaciones, entre otros generales y particulares aspectos y consideraciones.
Es invertir en lo que tiene ventajas comparativas y competitivas, como la agroindustria, la silvicultura, la acuicultura, ir tras la proactividad y trabajar por alcanzar los objetivos de industrialización; y, a la par de lo cual, importa dejar que quienes decidan dónde se invierte sean los emprendedores que arriesgan su dinero; al tiempo de entender que la mejor política industrial es la que se limita a crear condiciones de estabilidad; y, en lo proactivo, impulsar la inversión en educación a todos los niveles, en la seguridad de alcanzar fortalezas más temprano que tarde . saramara7@gmail.com