Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Muchos y más son los retos que vivimos en materia de justicia, tales como la protección a las personas, a la la sociedad, a la nación, al Estado, lograrla de manera real y no solo en la norma, acceder a ella con todos y no contra todos, alcanzarla como resultado de una voluntad colectiva y no de un apetito individual, alcanzarl como producto de la civilización y no de la fuerza, por cuanto como bien se ha dicho, la justicia es mejor que la victoria y si la justicia descuida los fines por atender los medios o claudica en los medios por insuistir tercamente en los fines, habrá vencido apenas parcialmente, lo que es a todo foco lamentable, ya uqe cuando la justicia triunfa a medias, quien vence real y verdaderamente es la injusticia; de ahí que estén fuera de toda consideración y razón los asociados, los gobernados que consideran el respeto a la ley como un espacio reducido para la satisfacción de sus demandas; y, fuera de todo honor, las autoridades que consideran la ley como un espacio estrecho para la realización de su trabajo.
Hoy por hoy tenemos una justicia en crisis, hasta el punto que algunos consideran y aseguran que en su peor momento y condición históricamente hablando, en atención a que nunca antes nos habíamos enfrentado a una fractura tan severa, descarada y cínica de nuestro Estado de derecho, que nos está llevando a correr el inminente riesgo de perdernos en las tareas de legislación, procuración, impartición, gestión, litigio, patrocinio, consejo y representación jurídica de la sociedad,m lo que si bien no es nada fácil, igual hay que propender en manera importante y urgente por resolver lo cual; más , por cuanto en el gobierno y en la sociedad existen indecibles intereses que no son pocos ni frágiles, sino muchos y poderosos.
Llama lo dicho a que debemos ser lo suficientemente realistas para no caer en una trampa colectivo. Si claramente lo decimos, no hay seguridad y sí cuestionamientos serios y dudas verdaderas respecto de si todos los gobernados quieren que nuestros gobiernos apliquen las leyes o que todos los gobernantes quieran legalidad, honestidad y justicia. El clamor por el Estado de Derecho es unánime, pero no sincero en todo ni respecto de todos. Muchos son los gobernantes y gobernados que se benefician con el No Estado de Derecho, dado que trafican, corrompen, usurpan, defraudan y se benefician de ese estado de cosas. Ya lo decía alguien, me inquieto cuando supongo el futuro, me sereno cuando recuerdo la historia y me entusiasmo cuando imagino la prehistoria.
El abogado es un ser único que lucha por que haga justicia. En ello reside la distinción que nos da honor y orgullo. Luchar por lo propio lo hacen todas las especies, pero el abogado es el único que lucha por los derechos de los otros seres, en concordancia con aquello que refiere que la justicia requiere acompañarse de fortaleza, prudencia, templanza y en consecuencia nunca debemos asociarla con los falsos símiles de aquéllas; vale decir, con la fuerza bruta, que a veces presume ser auténtica fortaleza; con el temor que en repetidas ocasiones se disfraza de genuina prudencia; ni con la abstención que suele ataviarse como si templanza verdadera fuera.
*Abogado. Columnista. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público. saulherrera.h@gmail.com