Por: Blaicer Moreno Córdoba*

Como personas y miembro de cualquier comunidad, entre ellas la nuestra por supuesto, nos asiste contribuir con positivo aporte a la formación de un sano organismo social, ocuparnos de las inquietudes de la humanidad, como también de la cuestión social en contexto de la ley social fundamental. Observar y observarnos. Llamar y llamarnos a la concienciación de todos los asuntos de la humanidad en general, a efecto de encontrar un superior camino no encontró en espacios de acogida y comprensión para resolver en lo posible y lo más que se pueda los profundos problemas de la convivencia social, así como para encontrar un modo de entendimiento generalizado en ruta de prosperidad , lo que debe ser apoyado por figuras representativas de las esferas cultural, económica y demás otras que puedan contribuir y trabajar en procura de un nuevo ordenamiento de la sociedad humana, toda vez que nos urge en manera importante ideas de valía para la necesaria reorganización del de la sociedad que tarde o temprano tendrá que realizarse, ya que deben superarse nuevas y amargas experiencias antes de alcanzar el debido grado de madurez que debemos preponernos.

Importa la obtención de resultados significativos, en dirección a la instauración de una significativa vida cultural en general, como logros que den prueba de lo fructífero de los impulsos que capaces seamos de dar en individualidad y conjunto. Nos concierne pensar en positivo, deshacernos de pensamientos que no ayuden a contribuir materialistas al carácter y significación del trabajo humano, en su relación con el bienestar comunitario.

Para comprenderlo correctamente, hay que tomar en consideración aspectos, puntualidades y condiciones esenciales como misiones en común a cumplir en beneficio del trabajo humano, empezar desde lo primario en que se basan todas las instituciones sociales como reflexiones que forman el fundamento de la estructura del organismo social, con sus organizaciones autónomas en lo referente a la vida económica que tiene su base en lo que la característica y las riquezas de la tierra ofrecen al hombre para crear las condiciones materiales de su existencia; la vida basada sobre el derecho, esfera específica estatal, que rige las relaciones de hombre a hombre; y, la vida espiritual que funciona en virtud de las capacidades y fuerzas de cada individuo que fluye en el organismo social, a efecto de ir hacia un orden social que responda a las condiciones del actual momento evolutivo en que nos encontramos y que tendremos que contribuir a realizar.

La realización de estos nuevos impulsos sociales, requieren del fortalecimiento de las fuerzas morales humanas, de una robusta gesta social, de la esencia misma del ser, y entender que a este respecto hay que ver claramente como se articula y armoniza forma y contenido con el progreso tecnológico, la racionalización y automatización industrial, que si bien mejoraron las exteriores condiciones de vida del trabajador, acrecentaron alto grado el problema social en sí, por el hecho de que la evolución técnica constantemente tiende a prescindir de mano de obra, o sea, de cierta parte de la capacidad de trabajo del hombre. Es, dicho en otras palabras, que el signo de la época mecánico-industrial consiste en que el progreso tecnológico no ha conducido a un progreso análogo en cuanto al más profundo problema social, que tiene que ver con el valor, la dignidad y el trabajo humanos; por lo que importa encontrar solución a todos los problemas que existen o puedan presentarse y no hay duda de que habrá cada vez más; de ahí que tengamos como personas que decidirnos a adoptar superiores ordenamientos o caeremos en la decadencia y no es ello de lo que se trata.

*Administrador de Empresas. Conferencista. Columnista. Asesor y Consultor Político y Empresarial.