Por: José Manuel Herrera Brito
La pobreza no está bien, es perversa por naturaleza y la peor enfermedad del mundo en decir de muchos; de ahí que llame poderosamente la atención que cada día y cada vez más se dispare exponencialmente en medio de discursos y peroratas triunfalista que dicen hacer, cuando en realidad nada hacen por superarla, quedando todo en la infame columna del debe. Definitivamente nada bueno puede tener la pobreza cuando genera situaciones socioeconómicas nada halagüeñas, riesgos por doquier, ingresos inferiores, desnutrición, hambre, exclusión social, discriminación, segregación, carencias materiales severa de todo orden que no permiten a las personas en esa condición hacer frente al gasto de ciertos bienes y servicios fundamentales.
Son situaciones las dichas que de una u otra forma reflejan lo que es estar en condición de pobreza, ya que poco o nada pueden acceder a bienes y servicios básicos, ahorro y privaciones sociales, que en individualidad y conjunto habitualmente conducen a la pobreza. Hoy por hoy la carencia material severa viene alcanzando entre nosotros índices preocupantes con algunos epígrafes especialmente lamentables, como por ejemplo, el porcentaje de hogares que no pueden comer carne, pollo o pescado normalmente, o el porcentaje de familias que no pueden mantener su vivienda a temperaturas adecuadas. La pobreza se encuentra disparada debido a la mala marcha de la economía y la ineficacia del escudo social, de cambio y transformación en los que muchos mandatarios pretenden guarecerse.
Sean cuales sean las circunstancias la pobreza debe ser vencida a toda costa, ser ello un imperativo moral, en lo que es necesario una firme voluntad política para superarla y superar los problemas impuestos por situaciones perversas y excluyentes. Entender que importa en mucho caminar en dirección, sino a la igualdad, al menos a la equidad, en la convicción que solo a partir de la titularidad de derechos es posible lograr el fortalecimiento y la profundización de la democracia en ruta de progreso partiendo de positivos cambios en su estructura socioeconómica, como en su política social, complemento indispensable para enfrentar riesgos en el camino de ese cambio estructural, lo que permitirá derrotar la pobreza, loque debe ser el gran objetivo de las sociedades todas.
No hay justificación alguna paraque no nos propongamos vencer miseria y pobreza; más cuando tenemos todo para ser una sociedad próspera, siendo claro que la eliminación de la pobreza se logra con el crecimiento económico y con una mejor distribución del ingreso. La disminución de este flagelo debería ser el parámetro para medir el progreso de las naciones y no el ingreso per cápita; de ahí que factores necesarios para lograr erradicar la pobreza bien podrían ser, entre otros, un sistema impositivo más justo en el que los de mayor ingreso paguen más impuestos, un gasto público que financie la titularidad de derechos como garante de la igualdad, el gobierno de los mercados en función de objetivos sociales y una adecuada distribución del acervo social, tanto público como privado, en lo que ayuda la caída del índice de Gini; la reglamentación de un salario digno; reforma fiscal, aumento de la inversión social y acceso universal a la educación pública gratuita y de calidad. saramara7@gmailcom