LORENA ZEA MUÑOZ,

Por: Lorena Zea Muñoz*

Gran suerte y avance para la humanidad entera que el reciclaje empiece a estar en la mira de todos, especialmente por parte de las nuevas generaciones y empresas que están apostando por un consumo responsable y respetuoso con el medio ambiente, en la certeza que reducir, reutilizar y reciclar pueden ayudar a salvar nuestro planeta, que es la casa de todos, razón para seguir tomando consciencia de la importancia que tiene tratar adecuadamente los residuos y proteger el medio ambiente.

Reciclar, es un proceso por el cual un producto ya utilizado, en principio destinado al desecho, se procesa para su reutilización, disminuyendo así el impacto medioambiental de nuestros hábitos de consumo, siendo los materiales que más se reciclan vidrio, papel, plástico, metal, pilas y desperdicios orgánicos, mismos que deben separarse en casa, como también acudir a depositarlos en contenedores específicos; y, en lo posible, en los denominados puntos limpios para los de mayor volumen.

Tenemos que partir de la base que los residuos no son un estorbo, sino restos generados por las actividades de producción o consumo que, una vez agotados o usados, los abandonamos, resultando acumulación de basuras que es un problema de salud pública, ya que provoca la proliferación de insectos, roedores y microorganismos patógenos que pueden desencadenar enfermedades en las personas. Con nuestro consumo generamos residuos y agotamos los recursos, lo que alerta respecto que es momento de tomarnos en serio el reciclaje.

Hay tantos residuos de plástico en el mundo que podrían cubrir un país como Argentina y que cerca de diez mil millones de toneladas es el plástico que ha producido el hombre en los últimos 50 años, la mayor parte de las cuales terminan en vertederos, incineradoras o cursos de agua. El plástico es un bien valioso desperdiciado y una fuente de contaminación de la tierra, el aire y el agua. Aproximadamente, el 30 % de los componentes de las pilas son elementos químicos como el mercurio, el plomo, el cadmio, el manganeso, el zinc, el níquel, y litio, que con el paso de tiempo y por descomposición, se oxidan y derraman diferentes tóxicos al suelo, el agua y el aire, causando daños para la salud y el medioambiente. Los residuos orgánicos eran en su origen materias primas, materiales procedentes de la tierra, en cuya producción y consumo, se ha empleado, además, energía y agua. Factores como la sobrepoblación, las diferentes actividades humanas modernas y el consumismo han contribuido a acumular toneladas de residuos.

Se calcula que, desde la década de los ochenta, la cantidad de materias primas extraídas, cosechadas y consumidas en todo el mundo ha aumentado un 60%, según el informe «Cerrar el círculo: el business case de la economía circular». Y luego, para deshacernos de ellos, empleamos técnicas como quema a cielo abierto y disposición en vertederos, que provoca problemas de contaminación y acarrean enfermedades.

Reciclar es solución. Es una realidad que los recursos naturales son finitos, petróleo, carbón, al igual que plata, cobre, platino, minerales presentes en nuestros dispositivos electrónicos, que poco a poco debido a la fabricación masiva de los mismos, están desapareciendo. Los aparatos domésticos son por excelencia los más afectados por la obsolescencia programada y, por tanto, tienen sus días contados: teléfono móvil, lavadora, microondas, frigorífico, horno, lavavajillas, computador personal, impresoras, y demás otros que conocemos que cuando se estropean, cansamos o pasan de moda, compramos un nuevo producto o un diseño más moderno, los reemplazamos, hábito que afecta bolsillos y medio ambiente.

* Ingeniera Ambiental. Especializada en Administración Ambiental. Magister en Dirección Ambiental y Dirección de Proyectos. lorenazeamunoz@gmail.com

TEMA ENLAZADO: RECICLAJE Y ECONOMÍA CIRCULAR (II)

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