Santa_Cruz_del_Islote Colombia

Por: Redacción elEconomista

Con una densidad poblacional de 125.000 habitantes por kilómetro cuadrado. Las viviendas han sido construidas sobre una base de coral en el mar. El turismo empieza a reemplazar a la pesca como principal actividad. Santa Cruz del Islote, una diminuta isla coralina situada en el archipiélago de San Bernardo, Colombia, ostenta un récord mundial singular: es la isla más densamente poblada del planeta. En apenas una hectárea viven más de 1.200 personas, alcanzando una densidad poblacional de 125.000 habitantes por kilómetro cuadrado, un testimonio vivo de la resiliencia y la capacidad de adaptación humana frente a las adversidades geográficas y sociales. Este islote está viviendo, además, una revolución económica, puesto que su población está disfrutando en los últimos años de un intenso aumento de los ingresos gracias al crecimiento del turismo. Las aguas que rodean al islote y su gran récord (ser el cacho de tierra más poblado del mundo) están provocando este cambio o revolución dentro de una economía que era absolutamente dependiente de la pesca. Por si todo esto fuera poco, la población del islote presenta una esperanza de vida mucho más alta de que del resto de colombianos.

El origen de esta isla artificial se remonta a finales del siglo XIX, cuando pescadores de la región decidieron establecerse en un arrecife de coral. Utilizando piedras, escombros y otros materiales, construyeron una plataforma que, con el tiempo, se convirtió en el hogar de una comunidad autosuficiente. Este proceso de expansión, basado en el ingenio y la cooperación, ha permitido a Santa Cruz del Islote prosperar a pesar de sus limitaciones espaciales.

En este islote de apenas diez mil metros cuadrados, cada habitante dispone de poco más de ocho metros cuadrados. Las viviendas, que se apilan unas sobre otras, reflejan la necesidad de aprovechar cada centímetro disponible. Sin embargo, esta falta de espacio ha forjado un estrecho vínculo comunitario. Las calles, que son más bien pasajes entre las casas, sirven como espacios compartidos donde niños, jóvenes y ancianos conviven en una atmósfera de cercanía y solidaridad.

La vida cotidiana en Santa Cruz del Islote está marcada por una sencillez que contrasta con la complejidad de sus desafíos. La pesca, principal sustento durante décadas, comienza a ceder espacio al turismo como motor económico. Visitantes atraídos por la singularidad de este enclave llegan para experimentar su cultura única, recorrer sus laberínticas calles y nadar con tiburones y tortugas en sus acuarios naturales. La isla, sin presencia policial formal, ha desarrollado un sistema de resolución de conflictos basado en la sabiduría de sus ancianos. Este modelo autogestionado es un ejemplo de cómo la convivencia puede funcionar sin estructuras externas, aunque depende de la cohesión social y el respeto mutuo. A pesar de ello, la falta de recursos básicos, como agua potable regular y una gestión integral de residuos, supone un desafío constante para la comunidad.

¿Cómo llega el agua potable? El agua potable llega a Santa Cruz del Islote mediante barcos cisterna que son enviados periódicamente por la Armada Nacional de Colombia. Estos barcos transportan el agua desde la costa hasta el islote, ya que este carece de fuentes de agua dulce propias debido a su ubicación en un arrecife coralino en pleno mar Caribe. La distribución del agua es limitada y se realiza con cuidado, ya que el recurso es escaso y debe ser administrado eficientemente por la comunidad.

Adicionalmente, algunos habitantes han instalado sistemas de recolección de agua de lluvia, especialmente en temporadas de lluvias, aunque esta práctica no está muy extendida. Este suministro complementario se utiliza principalmente para tareas domésticas no relacionadas con el consumo directo, como la limpieza. La electricidad en Santa Cruz del Islote proviene en su mayoría de paneles solares, instalados gracias a la colaboración internacional. Este avance ha mejorado la calidad de vida, proporcionando luz a las viviendas y alimentando pequeños electrodomésticos. Sin embargo, los recursos siguen siendo limitados, y la comunidad ha aprendido a vivir con una austeridad que resulta difícil de imaginar para quienes habitan en grandes ciudades.

La infraestructura incluye una escuela, un centro de salud, una iglesia y algunos pequeños comercios. La escuela, que acoge a más de 200 niños, es el edificio más alto del islote y un símbolo del compromiso de la comunidad con la educación. Sin embargo, las clases compartidas entre alumnos de distintas edades reflejan las limitaciones del espacio y los recursos educativos disponibles. Uno de los mayores problemas de Santa Cruz del Islote es la gestión de residuos. La basura acumulada no solo afecta al islote, sino también a las aguas circundantes, poniendo en peligro el frágil ecosistema marino. Iniciativas como la Fundación Tortuga de Mar trabajan para mitigar estos impactos, promoviendo la conservación de las especies marinas y la educación ambiental. La vida en el islote, aunque llena de retos, está impregnada de una riqueza cultural y espiritual inigualable. Las tradiciones culinarias, la música omnipresente y la hospitalidad de sus habitantes dejan una impresión imborrable en quienes tienen la oportunidad de visitarlo. Estas cualidades, junto con la belleza natural del archipiélago de San Bernardo, han hecho de Santa Cruz del Islote un destino turístico único.

Una esperanza de vida de 90 años. A pesar de su densidad poblacional, el islote goza de una sorprendente esperanza de vida que supera los 90 años. Este dato, que podría parecer paradójico dadas las condiciones de vida, subraya la fortaleza y la adaptabilidad de sus habitantes. La comunidad, donde cada miembro tiene un papel definido, se apoya mutuamente para superar las adversidades. La esperanza de vida en Colombia apenas llega a los 76 años, por lo que los habitantes de este islote superan en casi 14 años la esperanza media del país.

Para llegar al islote, los visitantes deben tomar un barco desde localidades costeras como Tolú, Coveñas o Cartagena de Indias. El trayecto, que ofrece vistas impresionantes de aguas cristalinas y arrecifes de coral, es solo el comienzo de una experiencia que invita a reflexionar sobre la capacidad humana para prosperar en circunstancias extremas. Santa Cruz del Islote es mucho más que un lugar singular en el mapa. Representa un microcosmos donde la convivencia, la creatividad y la determinación desafían las normas convencionales de habitabilidad. Su historia y sus desafíos muestran cómo las comunidades humanas pueden adaptarse, resistir y prosperar en los entornos más improbables. A medida que el turismo crece, la isla enfrenta el reto de equilibrar la preservación de su esencia y la mejora de su calidad de vida. Iniciativas sostenibles y la conciencia global serán clave para garantizar que este fascinante rincón del Caribe colombiano siga siendo un testimonio viviente de la resiliencia humana.

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *