Por: Redacción Expansión- España*
Gracias a que era «muy ordenado, también se conservan documentos importantes, como la bula papal que dividía el océano, el BOE que repartía América que se llevó en sus viajes». El Palacio de Liria presenta la exposición ‘Cartas de Colón. América en la Casa de Alba’, con 150 tesoros sobre el Descubrimiento de América.
Con el matrimonio en 1716 del II duque de Berwick, Jacobo Fitz-James Stuart, con Catalina Ventura Colón de Portugal, descendiente directa de Cristóbal Colón llegaron los primeros documentos originales del almirante a la Casa de Alba. Un patrimonio que se engrandeció a lo largo del siguiente siglo, principalmente con el impulso de Rosario Falcó y Osorio.
«Mi bisabuela, que murió jovencísima con solo 44 años, emprendió en 1891 una serie de publicaciones para mostrar los tesoros documentales familiares. Los presentó un año después coincidiendo con el IV centenario del Descubrimiento de América», señala el duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo.
Gran aficionada a los papeles antiguos, organizando los archivos se encontró un gran tesoro: los autógrafos de Cristóbal Colón «en un sobre que decía Papeles para tirar», revela la historiadora Consuelo Valera, comisaria, junto a Álvaro Romero Sánchez-Arjona, director cultural de la Fudación Casa de Alba, de Cartas de Colón. América en la Casa de Alba, exhibición que hoy estrena el Palacio de Liria.
De las más de 150 piezas expuestas, las 24 cartas manuscritas del descubridor son las joyas de esta muestra. «Revelan cómo era Colón como hombre, con sus preocupaciones, que llora porque le quitan los privilegios, que le duelen las manos y se queja porque no puede escribir; como padre que escribe a su hijo Diego (que las de Hernando no se conservan), como amigo con su correspondencia con fray Gaspar de Gorricio o la relación que tuvo con sus cuñados», adelanta Varela, gran experta en el almirante.
«La primera vez que vi todo este archivo particular fue hace 44 años, cuando hacía mi tesis; entonces, la duquesa fue conmigo amabilisíma», revela la historiadora en la presentación de la exposición, que muestra esta correspondencia, en español, junto a retratos del descubridor, idea del director cultural de la Fundación Casa de Alba. «Sí sabemos cómo sería su aspecto físico, porque está bien descrito. Tenía poco pelo, nariz aguileña, ojos claros y la piel clarita con alguna rojez, pero desconocemos realmente su rostro», añade la historiadora.
Gracias a que era «muy ordenado, también se conservan documentos importantes, como la bula papal que dividía el océano, el BOE que repartía América que se llevó en sus viajes», destaca Romero. O las epístolas que le mandaron los Reyes Católicos para emprendiera su segunda expedición.
Dividida en cinco bloques, también presenta otros tesoros privados que la casa custodia desde hace 300 años, como el primer mapa a mano alzada que el descubridor pintó de La Española o las representaciones etnográficas del Nuevo Mundo. «De los 230 que conserva la familia, en esta muestra presentamos 50, como el del virreinato del Perú, el de Nueva España o los escudos de armas que la Corona entregaba a los navegantes, descubridores, conquistadores o a los indios destacados.
Las copias se quedaron en España y por eso se conservan; los originales que viajaron al Nuevo Mundo desaparecieron«, explica el comisario, que subraya que «esta exposición es necesaria, porque en España se enseña poco la historia de América». También agradece los «generosos» préstamos de 14 instituciones, como el Archivo de Indias, Museo de América, Museo Nacional del Prado o la Real Academia de la Historia.
* Redacción Expansión