MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Entro al mar y la memoria moja mis pies; la arena de la playa cambia con cada oleaje mientras el agua tibia caribeña acaricia mis piernas; el calor marino, arrullándome la piel, me trae muchos recuerdos. Los primeros años en la bahía de Santa Marta, la redada cotidiana de los pescadores, Ancón y Taganguilla hoy borradas, el morro que luce celoso, los mágicos atardeceres y el amanecer caminando por las playas, el camellón de perennes cambios y su vida social vespertina, que hoy solo recuerdan esos pocos mayores que aún nos quedan. La modernidad engulló esas remembranzas y la bahía se llenó de cemento y barcos. Las antiguas casonas señoriales del Paseo de Bastidas dieron paso a edificaciones de escaso valor arquitectónico, sin historia alguna dentro de sus paredes. El turístico Rodadero y otras playas, ráfagas efímeras de tranquilo solaz.

El centro evoca recuerdos imborrables; las viejas casonas rememoran distintas épocas; hay algunas con riesgo de ruina, otras abandonadas, y muchas en buen estado de conservación; quizás sus anteriores propietarios jamás imaginaron colores y destinos ajenos a sus abolengos. Aparecen también algunas edificaciones que, desafiantes, irrespetan cualquier norma ante la indiferencia de los ciudadanos y la inacción de las autoridades ¿Para qué patrimonio histórico?, parecen decir. Como protesta solitaria y silente me digo «Jamás entraré a esos lugares». Importa un bledo…

En medio de conocidos efluvios se respira un aire de turismo; en el antiguo Parque de los Novios y sus alrededores, convertidos en Zona Rosa de disímiles espacios, se mezcla una variada oferta de negocios, desde alojamientos turísticos hasta almacenes diversos pasando por una plétora de lugares gastronómicos; de todo hay. La noble y señorial Santa Marta crece a dimensiones inimaginables desde hace pocos años, no siempre en armonía consigo misma.

La zona sur, Plenomar, Pozos Colorados y Bello Horizonte se desarrolla armónicamente mientras la ciudad se configura con menos coherencia. Para consuelo de muchos, el tema urbanístico no brilla en el país; muchas poblaciones atropellan sin compasión cualquier normativa y sentido lógico de desarrollo. El aeropuerto, remozado, recibe la creciente ola de turistas que arriban desde muchas partes. Las nuevas carreteras dejaron atrás aquellas vías casi rurales que nos conectaban con la región; aun así, hay tareas pendientes en este rubro.

La avenida Campo Serrano, bastante despejada de ventas ambulantes; el Teatro Santa Marta luce esplendoroso tras su recuperación. La casa señorial de mi bisabuelo Rafael Robles, diagonal a nuestra primigenia Catedral, hace mucho tiempo fue reemplazada por un anodino edificio que no refleja la historia de la ciudad, tal como sucede con muchas casas del centro, suplantadas por edificaciones que borran nuestra historia. Aún así, la ciudad se aprecia bonita, con algunas semblanzas de su pasado y con un porvenir abierto. Casi que a horas de celebrar 5 siglos de existencia oficial, quedan por resolver problemas estructurales que esperan un desenlace definitivo: el abastecimiento de agua potable de manera permanente para toda la ciudad y la garantía de futuro suministro; es la paradoja de morir de sed estando rodeados de agua. Muchos proyectos y distintas promesas sin solución definitiva; la ciudadanía afectada no logra entenderlo. El manejo de las aguas servidas puede referenciarse en ciudades que lo resolvieron ingeniosamente. Las aguas residuales merecen una solución estructural y definitiva, así como el manejo de las basuras.

La conmemoración de los primeros cinco siglos de Santa Marta tendrá distintas visiones; la celebración en sí misma, los detractores que todo lo critican, la de quienes elogian los cambios positivos, los escépticos de un promisorio futuro, los expectantes objetivos de la futura evolución. Pocos lugares del mundo pueden presumir de tener tanto por mostrar: naturaleza a borbotones, historia, cultura, entretenimiento, gastronomía y mucho más. Tanta belleza abruma, diría Stendhal.

Esperamos que en los próximos años, con el aporte de las fuerzas vivas de la ciudad, el departamento y la nación celebremos la vida y una ciudad antigua y moderna sin ningún problema agobiante. 

*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista

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