Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

De un tiempo para acá, venimos siendo informados y asistiendo a llamados de atención para vincularnos responsablemente a la denominada “huella del carbono”. Pero como todas las propuestas ambientalistas que nos llegan desde diferentes fuentes, en especial por parte de los ecologistas, usualmente solo nos limitamos a escucharlas, pero sin reparar sobre sus contenidos o significados y alcances.

Este es un tema que para quien escribe, es motivo de especial preocupación, al observar la falta de interés y conciencia generalizada de las grandes industrias, como de nuestra población urbana y rural, ante la cruda realidad que evidencia el ver impotentes que se continúa desforestando dramáticamente y atentando contra diferentes fuentes hídricas de vastas zonas geográficas de nuestro país.

En consecuencia, aprovecho estas tribuna, para hacer una breve reseña informativa con sesgos didácticos, intentando que mis apreciados lectores, aprecien y adquieran nociones elementales ilustrativas y más concretas del porqué nos incumben las huellas del carbono, ésta consiste en medir el impacto ambiental que se produce a niveles industriales, como los de las fábricas grandes, medianas y pequeñas, las empresariales, comerciales, educativos, etc., sean públicas o privadas y sus alcances, que involucran hasta nuestros hogares, por causa de los desechos biodegradables que producen nuestras viviendas.

Los temas relacionados con las huellas del carbono facilitan propender por el cuidado y conservación de nuestros recursos naturales, los cuales a su vez nos conducen al concepto de la sustentabilidad ecológica y ambiental. Asuntos que, por ejemplo, permiten retomar las denuncias sobre el problema resultante de la inclemente devastación de bosques húmedos, selvas tropicales y recursos hídricos, que, de no ser atajados, en breve tiempo nos conducirán a lo que algunos llaman como la última frontera. De ahí la imperiosa necesidad de que el país, asuma a la mayor brevedad, efectivos programas de reforestación de árboles y plantas no arbóreas, como la protección de la biodiversidad amenazada por aquella, buscando recuperar dichos recursos naturales y facilitar la coexistencia armónica de sus pobladores con el medio ambiente.

De no adoptarse medidas urgentes y aunque los escépticos lo duden, tenemos entonces que asumir como peligra nuestro desarrollo sostenible. A propósito, ésta última se viene promoviendo desde la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la ONU, con EL INFORME BRUNDTLAND (1987), que entre otros busca la sostenibilidad económicamente rentables y éticamente justas, con base en criterios de responsabilidad social y ambiental; y, además, la sustentabilidad social para la equidad.

Todos los anteriores conceptos, se pueden resumir y enmarcar bajo la figura de La Compensación, que en buena hora propusiera en su discurso ante la ONU, el nuevo Presidente de Colombia, consistente en exigir a los países desarrollados y que más contaminan el medio ambiente, que dispongan de sus presupuestos anuales, aportes que permitan financiar mejor los programas de reforestación y la protección de nuestros recursos naturales, buscando hacer la transición paulatina a las denominadas energías limpias, que nos faciliten la coexistencia armónica de los recursos disponibles, sin afectar la calidad de vida de las generaciones futuras, que son las que hoy se ven más amenazadas por las consecuencias inocultables y los desastres que se vienen produciendo a nivel global por causa del cambio climático.

*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com

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